jueves, 20 de noviembre de 2008

Había una vez...

... Una mujer recién divorciada que pasó el primer día sola, triste empacando sus cosas en baúles y maletas y su mobiliario en grandes cajas. El segundo día, recogieron sus
pertenencias y muebles. El tercer día, se sentó en el suelo en el comedor vacío, puso música suave, dos velas, compró dos kilos de camarones, un plato de caviar y una botella de vino blanco frío. Desmontó todas las barras de las cortinas de cada cuarto, le quitó los tapones de los extremos y dentro le puso la mitad de los camarones y un buen poco de caviar y las colocó de nuevo con sus tapones de los extremos. Cuando el marido regresó a la casa se mudó con nuevos muebles y con nueva novia. Todo fue perfecto los primeros días. Lentamente, la casa empezó a oler.Trataron de todo, limpiaron, trapearon y airearon toda la casa. Los ventiladores fueron chequeados por si hubiera ratones muertos y las alfombras fueron lavadas. En cada esquina se colgaron perfumadores de aire. Se gastaron cientos de botes de spray de olor. Hasta pagaron para cambiar todas las caras alfombras de la casa. Nada funcionó. Nadie volvió a visitarlos, los trabajadores se negaban a trabajar en la casa y hasta la sirvienta renunció.Finalmente, el marido y la novia tuvieron que mudarse ya desesperados. Todavía al mes no habían encontrado a quien venderle la hedionda casa. Inclusive los vendedores se negaban a responder a sus llamadas. Decidieron gastar muchísimo dinero comprando una nueva casa. La ex esposa llamó al hombre para asuntos del divorcio y le preguntó cómo estaba. El le contestó que bien, que estaba vendiendo la casa pero sin decirle las verdaderas razones. Ella lo escuchó con mucha calma y le dijo que ella extrañaba demasiado la casa y que ella hablaría con los abogados para arreglar los papeles con tal de que conseguir la casa de nuevo. Sabiendo que su ex esposa no tenía la menor idea del mal olor el aceptó la negociación por una décima parte del precio real de la casa con tal de que ella firmara ese mismo día. Ella aceptó y en menos de una hora él le mandó los papeles para firmarlos. Una semana más tarde el hombre y su novia se pararon en la puerta de la vieja casa con una sonrisa en los labios viendo como empacaban todos sus muebles y los metían en un camión camino a su nueva casa... incluyendo los tubos de las cortinas.

8 comentarios joroschós.:

Gabiprog dijo...

¿Cómo se llamaba la entrada?
¿La venganza de los Camarones?
:-D
Genial!

Besos!

ana_marie dijo...

jaja dios que genial... la clase de venganza que a mas de una le gustaría realizar.
me encanta tu ingenio.
besos.

JuanMa dijo...

Hay que ser muy mala...

Ahora en serio, en el fondo da un poco de pena cuando personas que se han amado llegan a hacer cualquier cosa por fastidiarse, ¿no?

Besos sin cortinas.

Miss Adore dijo...

Gabi: Jajaja pues no se me ocurrió ese nombre en el momento, pero hubiera quedado buenísimo.

Ana Marie: Muchas gracias :) Y pues eso es lo que dicen: No te enojes, véngate. Jaja!

JuanMa: Muy mala, es algo que en lo personal yo no haría, no me considero una persona vengativa. Y en eso tienes razón, si te fijas, vas a encontrar a miles de personas que se detestan; pero ve unos añitos atrás, y los vas a encontrar amándose.

Besos a todos

andrea dijo...

jaja me encanta ya se que voy a hacer cuando termine con mi novio jajaj pero buenisimo jaja

Miss Adore dijo...

Andrea: Jaja muchas gracias, y así es.
Si necesitas una mano, yo tengo dos. Aunque no sé cuán grande nos venga el karma por una pequeña venganza. Jaja :)
Besos.

Gaby dijo...

Adoro las historias con finales felices. ;D

Miss Adore dijo...

¡Igual yo, Gaby!
Por eso todos deberíamos unirnos a tu Iglesia en Suiza!
Muchos besos ;)

 
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